La realización de un árbol genealógico es una tarea ardua y extensa, cuyo resultado final nunca será el esperado, pues por el camino nos encontraremos con grandes dificultades para elaborarlo, como puede ser la falta de documentos necesarios para su completa elaboración, o el difícil o nulo acceso a ellos, amén del tiempo necesario para su realización. Otro punto importante a tener en cuenta es que aun existiendo documentación para consultar, nos encontramos con datos pocos fiables o ligeros.
Si retrocedemos en el tiempo en busca de “nuestros antepasados” podríamos afirmar que hasta finales del primer cuarto del siglo XVIII los datos obtenidos son bastante fiables, pero ir más allá exigirá un estudio más riguroso por diferentes causas, las cuáles aquí enumeramos:
1. Muchas parroquias no conservan documentación anterior al siglo XVIII. Esto es debido a muchas causas, como el deterioro de los libros, la supuesta destrucción realizada por los franceses o por los propios vecinos, o por encontrarse en manos de instituciones o particulares.
2. La información apuntada en los libros parroquiales anterior al primer cuarto del siglo XVIII apenas contienen información. En el caso de los bautismos no aparece el nombre de los abuelos, e incluso no aparece el apellido materno. En los matrimonios no se menciona el nombre de los padres. Todo ello siempre dependiente de la persona que hiciera el apunte de la partida, habiendo casos en los que se acompañan muchos datos familiares, por diferentes causas, como pueden ser la diferenciación familiar o de estado.
3. Muchas partidas no aparecen en los libros parroquiales, bien por olvido del párroco o por pérdida del apunte donde se hizo. Esto es mucho más acusado en los libros de difuntos.
4. Los errores en las partidas, como pueden ser nombre o apellidos equivocados.
5. La repetición de nombres y apellidos entre los vecinos de un pueblo. Es común encontrarse con tres o cuatro personas con el mismo nombre y primer apellido en un periodo inferior a treinta años.
6. Otras causas.
Con todo esto no quiero desanimar a nadie, pues este “trabajo” puede ser una actividad de ocio que ayude a activar nuestra memoria, a conocer nuevas personas y lugares, a ahondar en el conocimiento de nuestros pueblos, e incluso, a descubrir algo que no sabía nadie…
Para aumentar el número de generaciones en nuestra base de datos deberemos recurrir a otros documentos, distintos a los tres conocidos de bautismos, velados y finados:
1. Entre los libros parroquiales existen fundaciones, apeos, memorias de misas, elección de sepulturas, y otros documentos que nos ayudarán a encontrar lo que buscamos. Sirva de ejemplo la fundación de una capellanía, pues suele venir acompañada con información familiar del fundador, llegándose a mencionar hasta seis generaciones de un mismo árbol familiar. Podremos encontrar a su vez documentos de ventas o testamentos.
2. Documentos conservados en los ayuntamientos. En el caso de los pueblos no es fácil encontrar documentación anterior al siglo XVIII, y en caso de existir suelen ser apeos y juntas del ayuntamiento. En casos excepcionales se pueden encontrar copias de otros archivos localizados en las parroquias, como puede ser la fundación de una capellanía, en la que el fundador mandó hacer duplicado para el mismo ayuntamiento.
En el caso de Ubierna, por ejemplo, nos encontramos con el libro de la Junta de Hijosdalgo de la Merindad de Río Ubierna, en el cuál se conserva el nombre de los vecinos hidalgos que acudieron a sus juntas desde 1578 hasta mediados del siglo XIX, faltando el apunte de algunos años. Entre la información que puede aportar está el año de la admisión, pues en el siglo XVII solía ser muy cercana al año de casamiento, la relación con una firma, la mención del padre o hermano, …
3. Protocolos notariales conservados en el Archivo Histórico Provincial. En este lugar podemos encontrar el documento que más información nos puede aportar, el testamento, pero también otros importantes, como la fundación de un mayorazgo o documentos relativos a un censo.
Igualmente importante serán las firmas que allí contenidas, pues podrían ayudarnos a diferenciar personas con el mismo nombre y apellido.
En el A.H.P. de Burgos encontramos un gran número de protocolos notariales, pero no todos los que se han producido en la provincia de Burgos. Sirviendo de ejemplo el caso de nuestra Merindad de Río Ubierna, nos encontramos que apenas se conservan siete legajos de dos escribanos de la Jurisdicción (Juan López Barona y Jacinto Rodríguez) de fechas anteriores a mediados del siglo XVIII, cuando sólo en el lugar de Ubierna hubo al menos siete escribanos durante el siglo XVII.
Un buen dato que nos ayuda a darnos cuenta de la cantidad de información que se ha perdido es una visita que se hizo en 1750 a la casa de Mateo Rodríguez y de Güemes, vecino de Ubierna, en cuya casa se encontraban los registros notariales de su abuelo materno (Andrés de Güemes), bisabuelo (Andrés de Espinosa), y tatarabuelo (Diego de Güemes), también maternos, cuyos protocolos ocupaban más de seis de metros de estantería. Y tengamos en cuenta que era hijo (de Francisco Rodríguez), sobrino (de José Rodríguez) y primo (de Jacinto Rodríguez), escribanos también; así como lo fue después su sobrino (Francisco de Güemes). Seguramente no se haya conservado ni el cinco por ciento del total comprendido entre el siglo XVI y mediados del siglo XVIII en la Merindad de Río Ubierna.
4. Documentación conservada en diferentes instituciones cuya visita supone un gasto económico y de tiempo que no todos pueden asumir, y siempre teniendo en cuenta que no todos son de libre acceso. El recurso más utilizado el el portal P.A.R.E.S. del Ministerio de Cultura, con acceso a la digitalización de grandes volúmenes de información, como pueden ser el Archivo General de Indias, Real Chancillería de Valladolid y de Simancas. Podemos consultar los pleitos de hidalguía completamente digitalizados en la web de los mormones.